miércoles, 19 de marzo de 2014

SOBRE LA RELACIÓN ENTRE LA RELIGIOSIDAD, EL SUFRIMIENTO Y LA MISERIA




La muerte y el sufrimiento siempre han sido fuente de cuestionamiento y de temor. La historia de las religiones se remonta a cuando los pueblos primitivos creían ver los efectos de las fuerzas sobrenaturales en lo que les rodeaba. De otorgar un efecto a tales concepciones sobre la vida, la muerte y la subsistencia, así como de atribuir a ciertos individuos la capacidad de influir sobre estas supuestas fuerzas, surge la idea del intermediario entre lo sobrenatural y lo terrenal.
La Religión, entendida como un sistema para alcanzar la trascendencia, definió históricamente el modo en que los seres humanos canalizaron sus angustias ante las adversidades y el sufrimiento. Aunque podríamos pensar que la Religión debería haber desaparecido hace cientos de años junto con el pensamiento mágico, las creencias religiosas siguen presentándose como un paliativo ante las incertidumbres y el temor a la muerte. De hecho, contrariamente a lo que se podría esperar de una sociedad cuyos logros más significativos se producen en el campo de la Ciencia y la Tecnología, grandes grupos de personas dan rienda suelta al frenesí del fanatismo religioso, alimentándose de ideas tan inverosímiles como las de aquel cazador primitivo que, hambriento y vulnerable, sintió temor y se postró ante lo que, según creía, jamás podría dominar. (1)
Marx pensaba que las religiones son sedantes que crean una felicidad ilusoria y contribuyen a evadir al ser humano de su realidad cotidiana. Según él, la Religión es la medida de la miseria terrenal; algo que legitima las injusticias sociales, creando a la vez una esperanza ilusoria de justicia definitiva en el más allá. Siendo incluso más tajante, el filósofo francés Sartre sostuvo que el ser humano vive la realidad principalmente mediante la angustia; entendía que las personas se proyectan a través de aquello que define su finitud y su fragilidad en el mundo. La angustia, según Sartre, se presenta como el modo en que el ser humano cae en la cuenta de su realidad; y es, a fin de cuentas, un detonante para buscar respuestas a cuestiones que no las requieren en absoluto.
Y justamente por medio de las angustias y el sufrimiento es que Dios se vuelve necesario. Cobra sentido a través de las penurias, la miseria y la privación. Dios no ha sido inventado por los gobernantes o los sacerdotes, sino por los que sufren y claman por ayuda. (2) Por ello, los más vulnerables, aquellos que creen haberlo perdido todo, suelen ser los primeros en integrar las filas de un sistema que propone mitigar las penas con promesas que, como sabemos, jamás se cumplirán.
1. “Pasamos del pensamiento mágico al religioso, y no a la inversa. Lo religioso es la estructuración de lo mágico. En el pensamiento religioso es una suerte de jerarquización del ideario fantástico propio del humano primitivo.” Evolución del pensamiento, Hugo Marietan.
2. En su texto, El origen de la idea de Dios según Feuerbach, el Profesor Andrés A. Luetich afirmó: “Los dioses no han sido inventados por los gobernantes o los sacerdotes, que se valen de ellos, sino por los hombres que sufren. Dios es el eco de nuestro grito de dolor.”
-Pablo-

No hay comentarios:

Publicar un comentario