lunes, 31 de marzo de 2014

LA IGLESIA NO SUFRE LA CRISIS.

Impasible ante el sufrimiento del pueblo, la Iglesia católica sigue recibiendo subvenciones millonarias mientras se han recortado derechos sociales, precisamente, por falta de dinero en las arcas públicas. ¿Sufre la institución con sede en Roma la crisis económica que ha azotado al mundo desde 2008? No. Rotundamente no. Hay casos como en el de España donde el catolicismo ingresa mucho más dinero del que antes recibía, en plena bonanza económica. Ahora, se suprimen fondos para Educación, Sanidad e I+D pero se le sube la asignación directa a Iglesia católica, que ingresa varias partidas de diferentes ministerios.


España, un paraíso económico para la Iglesia


confLa situación no es nueva para la Conferencia Episcopal, quien heredó tras la democracia los privilegios que le concedió Franco durante la dictadura militar (1939-1975) y que hoy día sigue disfrutando. Pero no contentos con ello, la Iglesia cuenta con una casilla en la Declaración de la Renta  –posiblemente uno de los aspectos más sangrantes de dichos privilegios–  ya que dicen “no llegar” con los millones de euros que los fieles echan en el cestillo tras la misa diaria,modo por el que deberían financiar su religión; en 2013 (correspondiente al ejercicio fiscal de 2012) la Iglesia católica ingresó 249 mill.€ a través del IRPF, una cantidad nada despreciable y mucho más que en 2006, cuando la institución recibió 173 mill.€. ¿Son más los declarantes que marcan la casilla en 2013? No: esta subida se corresponde con el cambio de asignación que José Luis Rodríguez Zapatero firmó con la Conferencia Episcopal en 2007 y que se elevaba del 0,52% al 0,7%. Esto es, se le da mucho más dinero a la Iglesia que antes.

¿Por qué se firmó este acuerdo en 2007? Porque ese año, achuchados por las quejas desde la Unión Europea  –tal y como cuenta Europa Laica–  el gobierno socialista de Zapatero eliminó el privilegio que ostentaba la Iglesia católica para no pagar el IVA pero no queriendo cabrear a la Conferencia Episcopal, el expresidente subió la asignación directa del IRPF de ese 0,52% al 0,7%, motivo por el que ingresaron más de 68 mill.€ de un año para otro (2006: 173 mill.€ / 2007: 241,3 mill.€). Todo, gracias a quienes dirigen el Estado laico y aconfesional que se supone es España.

Pero hay más: el anterior portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, hizo unas declaraciones en 2012 donde aseguraba que “si nadie marcaba la casilla de la Iglesia en el IRPF, ésta no cobraría nada”. Falso, rotundamente y absolutamente falso, ya que la Conferencia Episcopal tiene derecho a cobrar, como mínimo, 249 mill.€ señalen o no los contribuyentes la dichosa X, cambio también firmado por Zapatero en 2007. Los religiosos argumentan como defensa  –si es que se puede defender esta postura–  que en 2016 el Estado y la Iglesia católica harán cuentas y si durante esos diez años la Iglesia ha recibido más de 249 mill. € anuales, deberá reembolsarlos a las arcas públicas. Veremos qué pasa finalmente y si ambas partes “se acuerdan” en 2016 de sentarse para hacer esas ‘cuentas’.

Otro de los privilegios que la Iglesia católica gusta de utilizar son las SICAV (Sociedades de Inversión de Capital Variable), las cuales tributan únicamente al 1% y que son el modo preferido de las grandes fortunas para evadir capital. Volvemos a citar a Europa Laica –quien realizó un trabajo excepcional en uno de sus artículos sobre la participación de la Iglesia en las SICAV–  y sus datos: para crear una sociedad de este tipo son necesarios 100 inversores y un capital mínimo de 2.400.000€, cantidad que, como es evidente, imposibilita la participación en las SICAV a gente con ahorros medios-bajos.  Éste no es el caso de la Iglesia, ya que cuenta con cientos de millones de euros para invertir y a los que sacar rentabilidad; utilizando a testaferros que ceden su nombre para completar esos 100 inversores, la institución paga el 1% como impuesto de todo lo ganado por dicha sociedad. Un negocio redondo que sacerdotes como Ángel Vallejo Balda (preside la SICAV Vayomer con un capital de 7 millones €) o congregaciones de monjas como Las Hijas de la Caridad (invierten fondos en empresas como Repsol y Telefónica con ganancias de más de medio millón de euros) no han dejado de utilizar para beneficio propio, engordando sus bolsillos cuando “su reino no es de este mundo”.


Conclusiones


No hace falta una tesis para saber que la Iglesia católica ingresa mucho más dinero hoy día que antes de la crisis, teniendo como principal pagador al Estado mientras éste recorta derechos sociales como nunca antes habíamos sufrido: dos simples ejemplos (aumento de la asignación vía IRPF y la utilización de las SICAV) son suficientes para desmotan el millón de palabras que han utilizado los sacerdotes durante todos estos años para predicar pobreza material y riqueza espiritual; su proceder viene a ser –como siempre, esto no es nuevo–  a la inversa, con riqueza material y pobreza espiritual.

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Ya en 2006, el Mundo (conocido diario de ideario conservador) publicaba que la Iglesia católica había ganado un 16% del total de sus inversiones ese año, siempre a través de las SICAV e invirtiendo en empresas de alimentación, farmaceútica y compañías energéticas. La Iglesia católica no necesitaba esa subida de asignación en el IRPF que firmó Zapatero, ya que los negocios les iban excepcionalmente bien. Pero como el dinero sale del bolsillo de los contribuyentes y no del de los firmantes, ambas partes tan contentas.

Otro aspecto que nos gustaría recordar son esas diferentes partidas asignadas por el Estado a la Iglesia católica y que parten de diferentes ministerios, las cuales suman un total de 13.300 mill.€ anuales que mantienen, literalmente, a la institución católica. ¡Les pagan todo! Lo único que pone de su bolsillo la Iglesia es el dinero para las inversiones, y eso que desde sus comienzos en el siglo IV tiene prohibido comerciar, lo que hizo del sistema de donaciones la base económica de la ¿Santa? Sede durante mil setecientos años. Son, valga la redundancia, sumamente ricos  –por si algún lector no se había dado aún cuenta–  pero cuanto más tienen, más piden y más quieren.

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