viernes, 15 de diciembre de 2017

LA IGLESIA CATÓLICA, UN INVENTO DIVINO.


«El Cristianismo NO se inventó en el Concilio de Nicea en el año 325 como muchos piensan».

«El cristianismo NO nació siendo una doctrina de estado, sino del pueblo judío, así que no fue institucionalizado sino hasta su adopción por parte de Constantino, pasando entonces de haber sido una doctrina revolucionaria popular PRIMITIVA, a una herramienta convencional del estado, en el Concilio se definió la FÓRMULA, osea la CONSUBSTANCIALIDAD»

Tiempo transcurrido y ya cuando la nueva doctrina «cristiana paulina» se había esparcido ampliamente por los territorios palestinos, alcanzando incluso a Roma por medio de los esclavos traídos desde aquellas tierras, toma el escenario un nuevo personaje que en adelante definiría el sentido social final para la doctrina.

Sin embargo, al percatarse, tanto de la amplia adherencia social, como de los efectos sociales ampliamente favorables que esa práctica popular le redituaban al estado, y en un impulso de verdadera inspiración divina, decide adoptarla como instrumento del estado para, a través de ella, legitimarse ante el pueblo y al mismo tiempo facilitarse la dominación del mismo.

Así que convoca a las autoridades doctrinales y del estado a un concilio en el año 325, «el concilio de Nicea», para promover su institucionalización, tomarla bajo control, establecer una doctrina sistemática formal de sometimiento para la feligresía «RE-DEFINIENDO una vez más la doctrina cristiana», y crear la institución que tomaría desde ese momento las riendas absolutas de su manejo, la iglesia Católica.

Para éso, primero había que divinizar definitivamente la imagen de Jesús.

1 — Así que lo hicieron ostentar una naturaleza consubstancial a la del creador mediante la fórmula trinitaria (un dios único dividido en tres manifestaciones).

Es decir, el plan concebido toma como base el mito religioso judío cuya eficacia estaba ampliamente constatada, consistió entonces en dar continuidad a esa percepción de un dios que establece constantes convenios con su pueblo, como fue a través de Noé, Abraham, Jacob y Moisés, señalando, sin embargo, la gestión y el sacrificio de Jesús como el convenio definitivo y universal, ya no solamente circunscrito al pueblo judío sino para con la humanidad entera... Así construyen en torno a él, un sincretismo con elementos míticos y rituales de otras tradiciones que habían sido también recopiladas y asimiladas al helenismo.

2 — Había que reforzar la idea de la obra consumada del Cristo, para no
dejar cabos sueltos, así que señalaron el sacrificio en la cruz como el evento culminante y agregaron los relatos de la resurrección como signo triunfal de esa consumación.

Sin embargo, la idea de la resurrección fue vaga y vacilante, y esa condición se ve reflejada en las narraciones correspondientes, resultando ser las más confusas e imprecisas de los evangelios, se describen tímidas y hasta clandestinas apariciones del Cristo resucitado, cuando un acontecimiento de tal importancia debería haber sido pregonado a los cuatro vientos, además, si postulan que Jesús resucito en la Carne, entonces ¿Qué fue de él? Y si ascendió al cielo ¿A dónde y para qué?

3 — También había que exonerar, en los relatos de los textos sagrados a Roma, el poder social imperante, de la culpabilidad por la muerte terrenal de esa «encarnación divina» y entonces decidieron adjudicársela al propio pueblo judío.

Así crearon la trama histórica de la acusación por blasfemia y la persecución por parte del Sanedrín.

4 — Finalmente había que justificar de manera formal, el nacimiento y
el papel de la institución católica, «ya que Jesús no instituyo ninguna
iglesia», así que interpolaron los «Hechos de los apóstoles» donde
se señala a la iglesia como heredera de la obra del Cristo y delegada
terrenal de la autoridad divina.

La tarea global descrita, fue encomendada a un grupo de monjes copistas anónimos, quienes tuvieron que, a partir de documentos dispersos, imprecisos y devotos, así como de una vaga trama histórica de base, recrear la historia e incrustar el mito dentro de los evangelios, maquillando y depurando los textos originales para así darle cuerpo a los propósitos planeados y consolidar la nueva doctrina.

Asimismo, una vez concluidos los nuevos y depurados textos evangélicos, la versión bíblica oficial, conocida como «vulgata», oficializados en el concilio
de Cartago del año 397, se procedió a realizar, a lo largo y ancho de los territorios del reino romano, una recolección de cuanto documento evangélico original pudiera aun existir, para destruirlos y dejar en su lugar copias del oficial, junto con las disposiciones y lineamientos establecidos por la nueva y flamante institución conductora, tal era la importancia de esta empresa, que se emprendió también, de forma paralela, la tarea de identificar documentos formales de historiadores serios, que pudieran dar cuenta del fraude, para maquillarlos, depurarlos o destruirlos.
«Edictum Mediolanense»

Con el edicto de Milán, dice la historia oficial significaron el fin de las persecuciones a cristianos y la conversión de Constantino a la fe cristiana, pero en realidad significó la certificación y el manejo de la doctrina cristiana por parte del estado romano, como instrumento de dominio ideológico para el control social.

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