martes, 18 de marzo de 2014

HIPOCRESÍA, PAPAS BUENOS Y MARKETING.


El papa más bueno de todos, o menos malo, fue Juan Pablo I porque sólo tuvo el trono treinta y tres días.
El conocido por el Papa bueno, Gisuppe Roncalli, alias Juan XXIII, era un protector de curas pederastas. 
Decretó "Crimen sollicitaciones" para que esos curas delincuentes no fueran entregados a la justica. 
Tenía buena imagen. Lo colocaron para lavar las pestilentes acciones de Eugenio Pacelli, alias Pío XII, el papa nazi, colaborar de Hitler y de otros genocidas más, como el cura Joseph Tiso, jefe del gobierno de Eslovaquia, Ante Palevic, jefe del gobierno de Croacia, Francisco Franco, jefe del gobierno de España, Salazar, jefe del gobierno de Portugal.
Antes en la historia de la Puta de Babilonia, colocaron al Papa Murrone, alias Celestino V, porque llevan más de dos años discutiendo dos familias italianas, los Orsisi y los Colonna, a ver quién ponían de papa. 
Al final nombraron al cavernícola éste, que era un animal que llevaba muchos años de ermitaño en una cueva viviendo como cerdo. 
Pero volvieron las disputas entre las dos familias, lo hicieron dimitir y el nuevo papa lo encerró, apareciendo el dimitido muerto en su calabozo con un clavo martillado en la cabeza. Su asesino se llamaba Benedetto Gaetani, alias Bonifacio VIII. Homosexual e incestuoso. Se llegaba a follar a familias enteras, comenzando con el padre y acabando con la hija menor de edad.
Otra papa de estos que suelen llamar buenos fue este Juan Pablo I. Alguien le cargó una taza de café y lo "enviaron con el Dios del Vaticano".
Tras los corruptos y protectores de pederastas, Karol Wojitl, alias Juan Pablo II y Joseph Ratzinger, alias Benedicto XVI, colocaron a Bergoglio, alias Francisco, el amigo de los dictadores asesinos de Argentina para tratar de lavar la repugnante cara de la Iglesia que está perdiendo a manos llenas ingentes cantidades de dinero, debido a que muchos creyentes se dan cuenta que los ensotanados protegen a los curas pederastas, los ataques a los homosexuales y la corrupción, y estos creyentes abandonan la Iglesia dejando de soltar dinero para engordar las barrigas de los curas cuya ausencia de su alimento espiritual, el dinero, tanto les duele y les produce indigestión.
Bergoglio ya ha demostrado que va a continuar la línea tradicional del Vaticano al negarse a cumplir los deberes que le ha impuesto la ONU de entregar a los curas pederastas a la justicia.

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